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Viajar a Marruecos

Un retazo de la Historia de Marruecos

 


Pudiéramos decir que la referencia más antigua que tenemos de los pobladores de Marruecos se remonta a la prehistoria. En Temara aparecieron restos del hombre de Neardenthal, el llamado "Hombre de Rabat", pero nos saltaremos unos miles de años de historia para no alargar demasiado este capítulo.

A partir del siglo XII antes de Cristo, los fenicios asentaron sus campamentos a lo largo de la costa. Se han encontrado restos púnicos en Tamuda (Tetuán), Tingis (Tánger), Lixus (Larache), Thymiaterion (cerca de Kenitra), Sala (Rabat) y Karikon Telichos (Essauira). Aunque es más probable que fueran enclaves comerciales, que asentamientos. No sabemos prácticamente nada de las gentes que vivieron en Marruecos hasta la caída de Cartago en el año 140 a.C.

Los romanos, dominaron la zona durante más de cuatro siglos, hasta el año 429 d.C., consideraban a los bereberes como una raza ingobernable, que causaba problemas constantes a las legiones, cuando fundaban enclaves permanentes. Entre estas avanzadas del imperio romano, figuran Tingi (Tetuán), Zilis (Asilah), Lixus, Valentia Banasa, Sala Colonia y Volubilis. De esta última se conservan los restos más impresionantes, 30 kilómetros al norte de Meknes, probablemente fuese Volubilis la capital de la provincia romana de Mauritania Tingitana, que comprendía todo el norte de Marruecos. En el siglo tercero comenzó la evangelización cristiana de las provincias romanas de África. Al parecer muchos bereberes adoptaron la nueva religión, pues hubo numerosos obispados.

La invasión vándala del año 429 eliminó todos los restos de civilización católica romana. Se cree que la furia destructora de los vándalos fue tal que los bereberes norteafricanos se vieron obligados a hacerse nómadas, ayudados por el camello, animal que fue introducido en el país aproximadamente en el siglo III. El emperador Justiniano restauró el catolicismo en el norte de África, después de que Belisario derrotase a los vándalos en el año 533. Pero Marruecos entró en un período de oscuridad durante todo el siglo siguiente. Más tarde, en las lejanas tierras del este, surgiría una nueva llama de fervor religioso, que llegó a extenderse como un incendio por toda la costa mediterránea, llevando el Islam a Marruecos.

El primer "misionero-militar" encargado de traer la fé musulmana a Marruecos fué Sidi Okba Ben Nafi. Los cronistas afirman que en el valle de Sus, cerca de Tarudant, derrotó a un ejército bereber tan grande que "solo Alá podía contarlo". 30 años más tarde, otro conquistador árabe, Musa Ben Noseir, con el caudillo bereber Tarik Ben Ziad al mando de sus ejércitos, llegó a Marruecos para subyugar al las tribus marroquíes entre Tánger y los oasis de Tafilete. Este último, con un ejército de bereberes, dirigió la invasión musulmana de España y derrotó a los visigodos en el año 711, para iniciar siete siglos de radiante civilización, en una época en la que el resto de Europa vivía en la Edad Media.

Idriss Ben Abdulá, un descendiente del profeta Mahoma, como resultado del matrimonio de su hija Fátima y su cuñado Alí, formaba parte de los rebeldes que ponían en cuestión la legitimidad de los califas abbasies, de los que Harum el Rashid (magnificente califa de Bagdad, héroe de "Las mil y una noches"), era el quinto. Harum mandó a sus ejércitos aplastar a los rebeldes, que sufrieron una matanza cerca de La Meca en el año 786. Pero Idriss escapó únicamente en compañía de un fiel esclavo y después de un viaje de dos años de duración llegó a Marruecos, en donde los bereberes, impresionados por su erudición y su piedad, lo hicieron su jefe. Al oír que el rebelde había fundado un reino, Harum envió un sicario que asesinó a Idriss con una poción venenosa en el año 791. Meses más tarde la concubina bereber de Idriss dió a luz a su hijo. El muchacho se convirtió en el sultán Idriss II, estableciendo la primera dinastía de Marruecos. A la muerte de Idriss II, en el año 828, se dividió el estado entre sus diez hijos, llevando de forma inevitable al declive de la dinastía, que se extinguió en el año 974.

Yussef Ben Tashfin, un bereber de la actual Mauritania, fundó una ermita en el desierto, desde la que extender la fé verdadera. El movimiento religioso que originó se conocía como El Morabitun, nombre deformado por los europeos en almorávides, primera de las tres dinastías bereberes. Mientras que Macbeth reinaba en Escocia y los primeros cruzados tomaban Jerusalén, los almorávides avanzaron desde el desierto y fundaron Marraquech en el año 1060, tomaron  Fez en el 1069 y después prosiguieron hacia España. Eran los tiempos de Cid Campeador y la España musulmana estaba dividida en veintitrés taifas o pequeños principados. Los almorávides no tuvieron gran dificultad en dominarlos. Tomaron Granada, Córdoba, Sevilla, Badajoz, Valencia y Zaragoza aunque no fueron capaces de mantenerlas durante mucho tiempo. El hijo de Tashfin, Alí, gobernó el imperio del 1120 al 1143, y fué con él cuando los austeros almorávides abandonaron el velo para convertirse en cultivados hijos de Al-Andalus. La dinastía almorávide desapareció casi con la misma rapidez con que surgió en el desierto.

Ben Turmet, conocido como La Antorcha, fué otro reformador religioso, que hizo su aparición a principios del siglo XI, a sus seguidores se les conoció como almohades. Cuando el feroz Turmet hubo muerto, en 1130, se habían congregado en torno a su estandarte numerosas tribus bereberes. La Antorcha pasó a Abd el Mumín que se autoproclamó a sí mismo califa y emir. Los historiadores orientales le llaman "el mayor de todos los bereberes". Se apoderó de Marraquech y Fez y en 1148 ya controlaba todo Marruecos. A su muerte había forjado un imperio incluso mayor que el de los almorávides, pues llegaba hasta Trípoli. La mayor parte de Al-Andalus estuvo sometida a vasallaje bajo el gobierno de su hijo Yacub Yussef, quien se ganó el título de El Mansur, Almanzor (el victorioso), cuando aplastó a las tropas cristianas del rey Alfonso VIII de Castilla, en 1195. El reinado de Almanzor fué el cenit de la dinastía almohade, era dorada de fulgor hispano-musulman. Se rodeó de poetas y filósofos, como Maimónides y Ben Rashid (Averroes) que realizó comentarios sobre las obras de Aristóteles, dándolas a conocer a los cristianos. En Marruecos, fundó Rabat, un extenso recinto amurallado que aun se erige con la alcazaba udaya sobre un acantilado y la monumental Bab er Ruaj (puerta de las almas). Entre 1160 y 1210 los almohades tuvieron su período de mayor esplendor.

Los benimerines eran una tribu nómada bereber del desierto que se vió empujada hacia el oeste con la llegada de los invasores Hilali. Se asentaron en el noreste de Marruecos en la época en que Fernando III se preparaba para ocupar Córdoba y dar por finalizada la reconquista y en que la inquisición comenzaba a perseguir a musulmanes y judíos. Los benimerines comenzaron la yihad (guerra santa), con ayuda de mercenarios cristianos, contra los almohades. Al tomar Fez en agosto de 1248, su jefe Abu Yahya estableció la dinastía merenida. Abu el Hassan, conocido como el Sultán Negro, gobernó el imperio merenida de 1331 a 1351. Reorganizó el imperio entre el Atlántico y Túnez y lo gobernó con mano dura. En España no tuvo tanto éxito y fué derrotado en la batalla del Río Salado, cerca de Tarifa, en octubre de 1340. Hassan fue enterrado cerca de Rabat y su propio hijo, Abu Inan, que se había revelado contra él, gobernó hasta 1358, cuando fue estrangulado por un visir. Inan había perdido sus dominios en las actuales Túnez y Argelia, los invasores árabes comenzaban a infiltrarse y su dominio sobre España tocaba a su fin. Los cristianos amenazaban con sus incursiones y la gangrena de la anarquía se extendió por todo el país.

Mientras refugiados musulmanes y judíos comenzaban a huir en masa a Marruecos, los reyes españoles y portugueses enviaban ejércitos tras ellos. Enrique III de Castilla tomó Tetuán y realizó una matanza en 1399. Portugal se apoderó de Ceuta en 1415. Después de que los Reyes Católicos expulsasen a los musulmanes de Granada, España ocupó Melilla en 1496 con una flota cuya primera intención era la de llevar a Colon en su segundo viaje. los portugueses establecían fortalezas en la costa atlántica y los turcos y otomanos llegaban a las puertas de Marruecos. Fueron malos días para un país debilitado por un siglo de anarquía bajo la dinastía wattasí (1465-1549).

El renacimiento llegó como respuesta a la intolerancia cristiana y los excesos sangrientos de la Inquisición. Los miembros de la tribu árabe de Beni Saad llegaron a Marruecos en el siglo XII, asentándose en el valle del Dráa, cerca de Zagora. Fundaron la dinastía árabe, tomando Marraquech en 1525. Fueron los saadíes quienes derrocaron a los últimos wattasíes en 1557 y sorprendieron a Europa aniquilando a un ejército portugués de 20.000 hombres en la Batalla de los Tres Reyes, el 4 de agosto de 1578. Los portugueses también abandonaron los puertos de Safi y Azemmur, después de ser expulsados de Agadir en 1541. Portugal también perdería ante España su posición en África, Ceuta e incluso la corona. La victoria sobre Portugal hizo famoso a Ahmed el Mansur, quien disuadido de intentar algo contra España, que era demasiado fuerte, decidió conquistar las minas de oro del imperio Sonrai a orillas del río Niger. La mitad de su ejército murió de hambre y sed antes de llegar a Tombuctou, tras ciento treinta y cinco días de marcha por el desierto. El imperio Sonrai fué destruido. Según Laurence Maddock, un comerciante inglés de Marraquech, en un solo día llegaban a la ciudad treinta mulas cargadas de oro en polvo procedentes del Niger. Para entonar con esta riqueza, Ahmed construyó un palacio suntuoso, el Badi, con mármol italiano traído kilo a kilo. Se hizo famoso en toda Europa y llegó a proponerle a Isabel I de Inglaterra una alianza contra España, tras el fracaso de la Armada Invencible en 1588. También organizó el gobierno Majzén, que sobreviviría sin demasiadas alteraciones hasta el siglo XX. Una de las consecuencias de la era saadí, fué la llegada de miles de esclavos negros y mercenarios blancos que alteraron la composición racial de la zona.

Mouley Rashid, fué el fundador de la dinastía alaui y vástago de una familia árabe, descendiente de Fátima (la hija del Profeta), que emigró a Tafilete en el siglo XIII, desde Arabia. Su hermano, Mouley Ismail, protagonizó uno de los reinados más largos (55 años) y brutales del país. Durante medio siglo utilizó a más de 30.000 esclavos en la construcción de un palacio en Meknes, ciudad elegida como capital. La muerte de Ismail en 1727, fué seguida por un período de caos y hambre, nunca más conocido. Sus numerosos hijos y los Abidas combatieron por su sucesión durante treinta años.

En la segunda mitad del siglo XIX Marruecos se aisla, empobreciéndose y debilitándose, propiciando que a principios del siglo XX, Gran Bretaña, Francia, Alemania y España, pugnaran por dominar el país, que era una de las pocas zonas del continente africano libres del colonialismo. Finalmente, el pastel marroquí se lo repartieron España y Francia. Esta última se quedó con la zona útil del país, las ciudades principales de las llanuras centrales y todo el territorio de frontera con Argelia. España recibió las migas: la enrevesada zona montañosa del Rif, colindante con los territorios españoles, y en el sur, el enclave de Ifni, la franja de Tarfaya y pasado el Sahara Occidental, el Río de Oro. Debido a su situación estratégica, Tánger y sus alrededores, se convirtieron en una zona "internacional". La instalación en Marruecos de Francia y España encontró una resistencia sangrienta. Tan pronto como se firmó el tratado del Protectorado en Fez, la ciudad amurallada se vió asediada por tribus guerreras y hasta 1934, Francia no pudo imponer la paz en la totalidad de su zona. La ocupación española se vió marcada por la revuelta de 1920, dirigida por Abd el Krim, cuyos guerreros bereberes derrotaron a un ejército español de 60.000 hombres, fundando una república independiente en el Rif. Finalmente fué derrotado por un ejército conjunto, español y francés, al mando del "sabio de Verdún", el mariscal Philippe Pétain.

El sultán Sidi Mohamed Ben Yussef, cambió su título por el de Rey Mohamed V en 1956, con la independencia de Marruecos. Las anteriores zonas del Protectorado español y francés y la zona internacional de Tánger fueron abolidas rápidamente, pero España tardó varios años en abandonar la franja de Tarfaya y el enclave de Ifni, en el sur. El rey Hassan II subió al trono en 1961, a la muerte de su padre, manteniéndose en él hasta nuestros días.

La recién independizada Argelia rechazó en 1963 las exigencias territoriales marroquíes, lo que tuvo como consecuencia que las tropas marroquíes y argelinas luchasen por unos oasis en la zona disputada, en la que nunca se había trazado oficialmente una frontera. La O.U.A. se encargó de detener el conflicto, aunque ninguno de los contendientes haya desistido todavía de sus pretensiones, razón por la cual vemos que en los mapas de la frontera, esta se marca aún como provisional.

Hassan II ha sufrido varios intentos de golpe, entre los que se puede destacar el de julio de 1971. Mientras el Rey celebraba su 42 cumpleaños en el palacio de Sjirat, en una playa cercana a Rabat, casi cien invitados fueron muertos a tiros por 1.400 cadetes de la escuela de suboficiales, pero el Rey se libró escondiéndose en un cuarto de baño del extenso palacio. El dieciseis de agosto siguiente tres pilotos del ejército atacaron con granadas el avión del Rey a su regreso de Francia, pero de nuevo consiguió escapar.

Las últimas tropas españolas se retiraron del Sahara occidental a finales de 1976, dejando al pueblo Saharaui en manos de Marruecos. Argelia instruyó, armó, financió y entrenó a las guerrillas que proclamaron la República Árabe Saharaui Democrática (R.A.S.D.), manteniendo una guerra con Marruecos que duró más de diez años. En noviembre de 1981 durante la cumbre de la O.U.A. en Nairobi, Hassan aceptó la posibilidad de organizar un referéndum de autodeterminación en el antiguo Sahara español. La ineficacia de las Naciones Unidas y los intereses marroquíes han producido tantos aplazamientos, que hoy en día aún no se ha efectuado el tan traído y llevado referéndum.

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