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Viajar a Marruecos

Viaje 1994 - 8ª Etapa: Erg Chebbi / Meknes

 


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28 Agosto 1994, Domingo.

 vi94b509.jpg (3910 bytes) - El Erg Chebbi y su arena roja a primera hora de la mañana.

Amanecemos a eso de las 7 de la mañana, está claro que en este viaje hemos descubierto una faceta nuestra que no conocíamos; podemos madrugar. Cuando los demás dejamos el saco, Azu y Chuchi ya han salido como cohetes hacia las dunas sin esperar a nadie. Candela, Montse, Nacho y yo subimos más tarde. Vemos unas cuantas madrigueras en la arena y en una de ellas también encontramos al inquilino, un pequeño ratón blanco del desierto, alimento muy considerado por los zorros. También veo las huellas de una serpiente, que después de recorrer unos metros, desaparecen súbitamente bajo la arena, me da mal rollo y prefiero dar un rodeo. Molestan sobremanera unas moscas rabiosas que son inasequibles al desaliento y no nos dejan en paz en ningún momento. A media subida me empieza a doler el pecho y tengo que dar la vuelta. Regreso al albergue mientras amanece. El amanecer no tiene comparación con el que vimos hace dos años. Cuando regresan todos de las dunas, recogemos los trastos y desayunamos en la terraza. El café con leche está tan caliente que tenemos que esperar un buen rato para tomarlo.

Aprovecho para hacerles un par de fotos a los zorros del desierto, en una de las cuales les pillo en plena acción... por lo que se ve, son macho y hembra. Candela pide unas tablas a los del albergue y calza la baca del coche para evitar que además de romper el vierteaguas, le destroce el resto del techo. También descubre que la parrilla metálica que soporta la rueda de repuesto en la parte trasera del coche, ha roto uno de los anclajes en los que se sujetaba, así que tenemos que amarrarla con una bridas de plástico.

vi94b511.jpg (3043 bytes) - Descendiendo una duna a lomos del Super-Terrano II

Salimos de allí y nos entretenemos un buen rato cruzando dunas con los coches, aprovechando para filmar las evoluciones de los mismos por la arena. Encontramos toda clase de huellas sobre la arena, algunas parecen de aves, otras de insectos, pero lo que está claro es que hay mucha más vida en la arena de lo que parece a simple vista. Nos vamos picando y cada vez cogemos dunas más "pindias", pese a lo dura que está la arena a estas horas de la mañana, el Patrol consigue atascarse un par de veces, saliendo siempre por su medios del apuro.

Cuando creemos que ya está bien de hacer el "fangio" nos dirigimos al sur, hacia Merzouga, ya es una cuestión de amor propio llegar hasta allí. Atravesamos la pequeña población que ni siquiera figura en los mapas, en la que nos dimos la vuelta hace dos años y unos 6 kilómetros más al sur llegamos a Merzouga. Es un pueblo bastante grande, pegado a la falda de las dunas, las cuales están cubiertas de palmeras, formando un oasis muy bello, con los prismáticos vemos que en medio del pueblo hay un puesto militar. Como sabemos que aun tenemos bastante camino por delante para hoy, decidimos dar la vuelta aquí mismo y tratar de dirigirnos a Rissani, cruzando desde aquí la llanura yerma en dirección noroeste, unos 325º de la brújula.

vi94b510.jpg (3412 bytes) - Los coches parecen insignificantes circulando junto a las dunas.

Circulamos deprisa por zonas en las que ni siquiera se ve una rodada, con tramos arenosos y sobre todo muchas piedras, trepando por las laderas de las pequeñas colinas y deteniéndonos en sus cimas para observar el horizonte y la brújula he intentar conseguir orientarnos en semejante inmensidad. Durante casi una hora circulamos más perdidos que un pulpo en un garaje, en una ocasión decidimos seguir una pista que cruzamos, pero tenemos que abandonarla cuando vemos que nos lleva en dirección oeste, ya que nosotros tenemos que ir más al norte si queremos llegar al oasis de Tafilalt para salir de la pista en Rissani. El continuo traqueteo hace que las bridas que sujetan la rueda de repuesto del Patrol revienten y tengamos que amarrar de nuevo. Finalmente llegamos a un punto en que alcanzamos a ver los postes de la luz que van de Erfoud a Merzouga, y en medio de una vasta llanura, detrás de un espejismo, distinguimos en el horizonte la diminuta hilera de palmeras de nuestro oasis. A los pocos kilómetros terminamos por desembocar de nuevo en el Bar Musical, que en realidad se llama "Le Tresor Chez Oudani". Intento pasar de largo pero Candela me mete una pitada, como diciendo "la tradición es la tradición" y de nuevo paramos a tomar algo. En esta ocasión están los dos hermanos y el de la otra vez se acuerda de nosotros, nos dan una serenata de la que quizás hubiésemos preferido pasar y conocemos a toda su prole, un montón de pequeñajos muy simpáticos (todos niños). Nos enseñan una colección de puntas de sílex recogidas en las inmediaciones. Cuando nos vamos, el hermano que conocíamos se acerca al Terrano y me regala una punta de sílex, me quedo atónito por lo inesperado del regalo y a cambio le doy mi visera con el pin de "Camel nº1". Nos despedimos y seguimos camino en dirección a Rissani.

Como no tenemos más pistas por delante y los arreglos caseros que le hemos hecho al Patrol parece que aguantan decidimos no parar a que nos los arreglen mejor. Tiramos hacia el norte por la P-2. Nada más salir de Rissani, pasamos el primer control de policía. Al pasar por Erfoud otro control. En Zeuia Jedida otro más. Otro en el cruce con la carretera P-32. Otro más a la entrada de Er Rachidia y otro en el cruce con la P-21 que se dirige al norte. La verdad es que cuando les entregamos los pasaportes y ven que somos españoles, se muestran muy simpáticos y atentos, pero no podemos evitar pensar en el calvario que hubiese sido salir del país si el hijo de puta que nos robó se hubiese llevado algún pasaporte. También nos damos cuenta de que se entretienen más con Nacho que con el resto, quizás sea porque tiene pinta de "moro"... El caso es que en cada pueblo medio importante y en cada cruce de carreteras hay un control en el que paran absolutamente a todos los vehículos que llegan. Al pasar por el Pantano de Hassan Addakhil, observo que ya está terminada la central eléctrica que vimos en construcción hace cuatro años, da la impresión de que no pierden el tiempo. Cruzamos de nuevo el Atlas en dirección norte, esta vez por carretera. Me acuerdo de Pablo cuando pasamos por las Gargantas del Ziz y el Túnel del Legionario. Pasado el puerto de Tizi-n-Tarlhemt (1.907 m.), nos detenemos en una explanada y comemos, pese a que hace un viento de mil demonios que acaba decorando el capó del Patrol con un plato de mejillones en escabeche. El cielo está completamente cubierto y de vez en cuando cae alguna gota de lluvia despistada. Después de comer seguimos avanzando hacia el norte por la carretera P-21 y padeciendo el coñazo de los controles policiales en el cruce con la S-329, en Midelt, en Zeida y el cruce con la P-33, en el cruce con la P-20 y en Timahdire. Mientras subimos el puerto del Jbel Hebri (2.000 m.) en plena zona de los bosques de cedros, la temperatura desciende considerablemente y se pone a llover. El Cedro del Atlas (Cedrus Atlántica), es una conífera perennifolia, de hasta 40 metros de altura, con copa ancha pero de contorno siempre cónico, que termina en un ápice romo. El árbol es originario de las zonas boscosas del Atlas, tanto de Marruecos como de Argelia.

Tenemos que parar para que Nacho se abrigue, ya que se estaba pelando de frío. Al llegar arriba del puerto hacemos varias paradas, en todos los vendedores de fósiles que encontramos, la verdad es que apenas tienen nada que merezca la pena, seguramente las mejores piezas las venden a los mayoristas y solo dejan lo que estos desechan para vender a los turistas que pasamos por aquí. Candela busca algún trozo de yeso en forma de rosa del desierto, pero es incapaz de encontrarlo. Azu y yo compramos un trozo de Limonita (hierro pardo Fe2O3-nH2O) una mezcla mineral originada por la descomposición de minerales que contienen hierro. En uno de los puestos tienen un par ammonites (del jurásico) impresionantes, de al menos 40 cm de diámetro. También vemos alguna geoda de pirita relativamente buena.

Pasamos el control de policía que hay a la entrada de Azrou. Esta ciudad llama la atención por su aspecto europeo, la arquitectura no tiene nada que ver con la del resto del país, incluso la gente viste de otra manera, mucho más a lo occidental. Llegamos al pequeño hotel en el que paramos hace 4 años y descubrimos que justo al lado han construido un pedazo edificio enorme que alberga un hotel de 4 estrellas, muy lujoso pero que ha perdido el sabor que tenía la antigua construcción de estilo inglés, que ahora está cerrada al público. Ya que estamos aquí entramos a tomar algo. Nos sentamos en la terraza y pedimos unas cervezas, segunda desilusión, ahora no sirven bebidas alcohólicas. Terminamos tomando unas Coca-Colas y me tengo que consolar pensando en los "cubatas" que nos tomamos aquí la primera vez que vinimos. En un principio teníamos pensado quedarnos a dormir en el camping de Ifrane, a unos 20 kilómetros de aquí, pero como aun es pronto decidimos hacer los 67 Km.. que nos separan de Meknes y quedarnos en el camping que ya conocemos, además así nos queda menos camino para mañana.

Continuamos de un tirón hasta Meknes, a donde llegamos al anochecer, después de pasar otra media docena de controles, que nos dan la impresión de ser más serios cuanto más al norte nos encontramos. Llego muy cansado y estoy a punto de echarme encima de un coche que me estaba adelantando. El tráfico es muy intenso en el centro de la ciudad, pero conseguimos llegar al camping a la primera. También aquí se notan los cambios, junto a la tienda de comestibles que hay dentro del camping, han instalado una tienda de artículos de artesanía. El recinto del bar se ha ampliado y han acristalado la terraza en la que tantas cervezas consumimos en el 92. Nos inscribimos y llamo a Santander para ver que tal van las cosas por allí. La pegatina que dejamos hace dos años sigue en su sitio. Buscamos científicamente el mejor lugar para colocar las tiendas de campaña, intentando resguardarlas durante el mayor tiempo posible del sol de la mañana. Nos damos una gratificante ducha y vamos a comprar agua y Coca-Colas, Candela le come el coco al dependiente para que nos guarde una en la nevera, que pasaremos a recoger más tarde para hacer unos "cubatas". Preparamos la cena. Algunos aprovechan para acercarse a la tienda de artesanía y comprar regalos. Lo que no hemos visto aun en ninguna parte son pañuelos como el que nos ha pedido Panchi. A más de uno le traen por el camino de la amargura unas italianas que están acampadas a pocos metros de nosotros, para ser justos hay que decir que están pero-que-requete-bueniiiisimas.... Cenamos abrigados, ya que hace bastante fresco y nos preparamos unos "cubatas", charlando un rato inventamos un deporte nuevo; el "Mining", para el que solamente se requiere un disco de acero al cromo-iridio-vanadio, con forma de escudo, un campo de minas y un par de cojones. Mañana, más.

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